No siempre es fácil ser conscientes del impacto que tenemos en los demás y menos aún del impacto negativo que podemos llegar a tener en estos debido a nuestras acciones, requiere de gran madurez emocional llegar a ser conscientes de esto.
Muchas veces la gente pide perdón solo por costumbre o porque alguien más les dice que deben hacerlo, este tipo de disculpas no funcionan, pues no son verdaderas. El saber disculparse de manera honesta y genuina es fundamental para conseguir el perdón en la otra persona y para poder mantener unas sanas relaciones sociales. Evita fórmulas que desplazan la responsabilidad como “lamento que te sintieras así” y opta por reconocer la acción: “reconozco que lo que dije fue hiriente”.

Para poder elaborar una verdadera disculpa, es fundamental:
1) Reconocimiento.
Es fundamental darse cuenta y ser conscientes de cómo nuestras acciones han repercutido en los demás, aceptarlo y asumirlo. Además, en esta fase debemos asumir nuestra responsabilidad en el daño ocasionado sin buscar justificarnos; se trata de aceptar que hemos hecho mal a alguien y expresarlo con claridad: “fue incorrecto”, evitando el “pero” que diluye la responsabilidad.
2) Pensar en lo que salió mal.
Podemos reflexionar sobre lo que hicimos para infringir daño, en caso de que no lo tengamos claro. Se puede expresar arrepentimiento o tristeza por la sensación de que alguien está experimentando un malestar emocional como resultado de algo que hayamos hecho. Incluir qué factores te influyeron (estrés, celos, impulsividad) aporta humildad y autoconciencia, sin convertirlo en excusa.
3) Sentir arrepentimiento por el hecho cometido.
Esto se refiere a sentirse realmente mal y en desacuerdo por lo que hemos hecho, tener ganas de que no hubiera pasado y desear que las cosas hubieran sido de otra manera. El remordimiento auténtico suele notarse en el tono, la mirada y la disposición a reparar.
4) Sentir empatía por la persona afectada.
La empatía se trata de ser capaz de ponerse en los zapatos de la otra persona y saber lo que él o ella sienten. Para sentir empatía podemos pensar si nos hubiera gustado que nos hicieran lo que hemos hecho. Practica la escucha activa: permite que explique su experiencia sin interrumpir y valida con frases como “entiendo que te doliera”.
5) Buscar un buen momento para disculparnos.
Después de ser conscientes de haber infringido un daño, a veces es mejor esperar al mejor momento pues se necesita que la persona se haya calmado para que pueda estar más receptiva. Si es posible, realiza la disculpa cara a cara o por una llamada en la que puedas transmitir sinceridad con tu voz y lenguaje corporal, evitando mensajes apresurados.
6) Ser pacientes.
En caso de que la persona no acepte de inmediato la disculpa, deja la puerta abierta por si más tarde quiere hablar, debemos respetar que a veces a las personas les toma un tiempo procesar y aceptar las disculpas. No presiones para que te perdonen ni conviertas la disculpa en una exigencia; ofrece espacio y disponibilidad.
7) Restitución.
Esto significa la adopción de medidas para proporcionar un acto o servicio para compensar la transgresión. Esto tiene que ver con acciones que puedan compensar el daño infringido, pero en caso de que no pueda compensarse el mismo daño, se pueden realizar cualquier tipo de acciones que le generen bienestar a la otra persona. Recuerda que las acciones hablan más que las palabras: pregunta qué necesita, acuerda pasos concretos y cumple. Además, en esta fase es importante asegurarle o prometerle a la otra persona que intentaremos que esto no vuelva a ocurrir y que haremos todo nuestro esfuerzo para no volver a incurrir en la misma acción, incorporando hábitos y límites que prevengan la repetición.
Es importante entender que disculparse no es acerca de nosotros, no se trata de si somos o no culpables o de quién tuvo la culpa, se trata de ofrecer disculpas por haber hecho sentir mal a alguien, así que al disculparse debemos recordar centrarnos en la otra persona y no en nosotros; a veces hay más de una persona culpable, pero no podemos pedir disculpas por los demás. Incluye validación emocional y demuestra que escuchas sin debatir los hechos en ese momento.
No debemos caer en el error de buscar justificarnos ni dar explicaciones que nos eximen de responsabilidades; cuando todo esté calmado, podemos explicar por qué realizamos la acción que dañó a la otra persona. Evita expresiones como “lo siento, pero…” y sustituye por compromisos claros utilizando buenas frases de perdón: qué harás diferente y cómo harás seguimiento.
Por qué es importante disculparse

Disculparse es más que decir “lo siento”: implica reconocer el impacto, mostrar humildad y tomar medidas para reparar. Una disculpa sincera puede transformar el conflicto en comprensión, aliviar el dolor emocional y fortalecer los vínculos al restaurar la confianza.
- Amistad: refuerza el vínculo al demostrar que valoras la relación y asumes responsabilidad.
- Familia: facilita sanar heridas antiguas y favorece la reconciliación.
- Trabajo: mejora la dinámica de equipo y tu credibilidad profesional.
Claves adicionales para que tu disculpa sea aceptada
Escucha y valida después de disculparte: concede espacio para que la otra persona exprese cómo se sintió y confirma que comprendes su experiencia sin interrumpir.
Evita excusas y racionalizaciones. Elimina el “pero” y utiliza un lenguaje directo que muestre autoría: “fue mi responsabilidad”.
Promete hacerlo mejor y cúmplelo: detalla qué cambiarás (hábitos, comunicación, límites) y demuestra ese cambio con consistencia en el tiempo.
Autorregulación y autocompasión: aprende del error sin destruir tu autoestima. Perdonarte te ayuda a sostener el cambio y a presentarte con honestidad en futuras conversaciones difíciles.
Cuando la disculpa integra responsabilidad, empatía, reparación y compromiso de cambio, aumentan mucho las posibilidades de perdón. Con paciencia, coherencia y escucha activa, una equivocación puede convertirse en oportunidad real de crecimiento personal y relacional.