La llamada celulitis “resistente” puede referirse a dos realidades que conviene distinguir bien: por un lado, la celulitis estética o piel de naranja, muy frecuente y benigna, y por otro, la celulitis infecciosa, una infección bacteriana de la piel que sí requiere tratamiento médico. En este texto vamos a ordenar todo lo que se sabe sobre ambas, con especial foco en por qué la celulitis estética se resiste y qué factores la causan o la perpetúan.
Quien la padece sabe que no es solo una cuestión de volumen: influye la genética, el perfil hormonal, la estructura de la piel y el estilo de vida, entre otros. Aun así, hay tratamientos que mejoran su aspecto, aunque los resultados no siempre son inmediatos ni definitivos; en el caso de la celulitis infecciosa, la clave es actuar precozmente con antibióticos adecuados para evitar complicaciones.
Qué es la celulitis: estética frente a infecciosa
En el uso cotidiano, cuando se habla de “celulitis” se suele aludir a la piel con hoyuelos o aspecto de naranja que aparece sobre todo en muslos, caderas, glúteos y abdomen. Es extremadamente común en mujeres, no supone un peligro para la salud y se origina por cambios en el tejido subcutáneo: la grasa empuja hacia la superficie mientras cordones fibrosos conectivos tiran de la piel hacia abajo, generando esa textura irregular de picos y valles.
La celulitis infecciosa es otra entidad distinta: una infección bacteriana de la piel, habitualmente por estreptococos o estafilococos, que entra a través de una grieta o herida. Es más frecuente en la parte inferior de la pierna y puede avanzar rápido si no se trata. Suele causar enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor; y en casos graves, la infección puede extenderse, por lo que requiere valoración médica inmediata.
Ambas comparten nombre, pero su manejo no tiene nada que ver: para la piel de naranja se emplean medidas estéticas, hábitos y dispositivos con diverso grado de evidencia; en infecciones cutáneas se necesitan antibióticos y cuidados médicos específicos.

Causas y mecanismos de la celulitis estética (piel de naranja)
La celulitis estética es multifactorial: confluyen predisposición genética, hormonas, peculiaridades del tejido conjuntivo, circulación y hábitos. Se ha observado que las mujeres acumulan la grasa de forma distinta a los hombres y que los andrógenos podrían ejercer cierto efecto protector, razón por la cual la piel de naranja es mucho menos habitual en varones.
Además, existen diferencias estructurales en el tejido subcutáneo entre sexos. Las hipótesis clásicas describen que, en mujeres con celulitis, se produce una herniación de la grasa hacia la dermis y se pierden las líneas uniformes entre capas de la piel. Algunos investigadores apuntan a que los tabiques de tejido conjuntivo que separan los lóbulos de grasa tienden a orientarse más verticalmente y pierden tensión, facilitando que la grasa protruya; esta es, a día de hoy, una de las teorías más aceptadas.
También se han propuesto cambios a nivel microvascular: depósito de glicosaminoglicanos en la pared de capilares con aumento de presión, retención de líquidos (edema) en la dermis y reducción del retorno venoso y del aporte de oxígeno; sin embargo, estudios posteriores no siempre han corroborado de forma consistentE ese edema ni el aumento de dichos depósitos. En cuanto a la inflamación, los hallazgos son contradictorios: algunos autores describen células inflamatorias en tabiques conjuntivos dolorosos, mientras otros no encuentran signos claros de inflamación.
El componente hormonal cobra mucho peso: épocas con grandes variaciones hormonales como la pubertad y el embarazo se asocian a mayor retención de líquidos y lipogénesis. El uso de anticonceptivos y tratamientos estrogénicos puede agravarla, y también se ha observado mayor frecuencia en la raza blanca frente a asiática.
La dieta interviene en el conjunto: patrones ricos en carbohidratos aumentan la insulina y favorecen la lipogénesis (formación de grasa), engrosando el tejido adiposo subcutáneo. A esto se suma el sedentarismo y pasar tiempo prolongado sentado o de pie, lo que perjudica la microcirculación en zonas predispuestas; el estrés, el tabaquismo, el alcohol y determinados fármacos (p. ej., algunos antihistamínicos, antitiroideos o tratamientos cardiológicos) también empeoran el cuadro.
Grados y tipos de celulitis estética
Hay varias formas de clasificar la celulitis. Una muy utilizada distingue tres grados según su apariencia: en el grado I la piel se ve lisa en reposo y solo aparece “piel de naranja” al pellizcar; en el grado II ya se aprecia esa textura al estar de pie pero no tumbado; y en el grado III se observa tanto de pie como tumbado.
Otra clasificación, de cuatro niveles, la describe así: grado 1 (no se observa piel de naranja ni siquiera al pinzar), grado 2 (solo aparece al pinzamiento o al contraer la musculatura), grado 3 (se hace visible al ponerse de pie) y grado 4 (presente de pie y tumbada, con mayor frecuencia en mujeres posmenopáusicas y con obesidad).
Por consistencia del tejido, se habla de celulitis dura o compacta (típica de mujeres jóvenes y activas; la piel es firme y los nódulos se notan al tacto), blanda o flácida (tejidos esponjosos que se mueven, más visible en reposo, frecuente tras pérdidas bruscas de peso o sedentarismo) y edematosa (menos común, con retención de líquidos, hinchazón y dolor, sobre todo en piernas y tobillos). Muchas personas presentan un patrón mixto, con combinaciones en distintas zonas del cuerpo.
Es habitual que se confunda “más peso” con “más celulitis”, pero no siempre es así. Aunque la obesidad puede agravarla y hacerla más visible, también aparece en personas delgadas y con buena forma física, porque entran en juego la arquitectura del tejido conjuntivo, la genética y la elasticidad de la piel.
Factores de riesgo y etapas de la vida
La celulitis estética es mucho más frecuente en mujeres debido a la distribución de la grasa en muslos, caderas y glúteos, y al papel de los estrógenos. Con la edad, la piel pierde elasticidad y la celulitis se hace más notoria. La herencia cuenta: si en la familia hay antecedentes, es más probable presentarla.
Determinados momentos vitales marcan diferencias: la adolescencia suele ser el punto de partida visible; el embarazo añade retención de líquidos y cambios hormonales (aumento de prolactina e insulina) y la menopausia contribuye a la pérdida de firmeza cutánea. En hombres, cuando hay déficits de andrógenos (por ejemplo, tras ciertos tratamientos oncológicos de próstata), puede manifestarse.
El estilo de vida pesa bastante. La inactividad reduce el tono muscular y empeora el retorno venoso; la ropa muy ajustada, algunas medicaciones y el estrés crónico con mala calidad de sueño pueden favorecer la acumulación de líquidos y toxinas locales. Por su parte, una alimentación pobre en fibra y rica en azúcares y grasas procesadas facilita la retención hídrica y los depósitos de grasa.
En alimentación, se recomiendan pautas equilibradas con proteínas magras, frutas y verduras (fuentes de vitamina C para el colágeno), alimentos con hierro (como las lentejas) para optimizar el transporte de oxígeno, y grasas saludables como los omega‑3 de pescado azul y marisco. Minerales como el potasio (frutos secos) favorecen el drenaje linfático, y alimentos antioxidantes y diuréticos (frutos rojos, alcachofa, té) ayudan a manejar el exceso de líquidos.
Tratamientos y abordajes: qué funciona y qué no
Partamos de una idea clave: como su origen es complejo, no existe una cura única y universal. Muchos enfoques mejoran el aspecto, pero la respuesta varía entre personas. Incluso grandes pérdidas de peso no siempre se traducen en menos celulitis; de hecho, algunas pacientes pueden empeorar si la piel pierde grosor o elasticidad, lo que subraya la importancia de personalizar el plan y de valorar el grosor dérmico y el tipo de celulitis.

Hábitos, ejercicio y diagnóstico del tipo
La base pasa por hábitos saludables: una dieta equilibrada y actividad física regular (fuerza y cardio) ayudan a tonificar y a reducir grasa corporal. Pero antes de lanzarse a dispositivos o cabinas, conviene identificar el tipo de celulitis (dura, blanda, edematosa o mixta) y su grado, ya que esto orienta el tratamiento: por ejemplo, la edematosa responde mejor al drenaje linfático y a mejorar la circulación, mientras que la compacta puede beneficiarse de masajes, estiramientos y cremas reafirmantes.
Terapias tópicas y farmacológicas (incluida mesoterapia)
Entre los activos con efecto lipolítico se encuentran las metilxantinas (cafeína, teofilina, teobromina, aminofilina), moduladores adrenérgicos (adrenalina, yohimbina, piperoxan, fentolamina, dihidroergotamina), coenzima A o L‑carnitina, además de extractos vegetales (cóleo, sauce, té verde, garcinia, guaraná). Otros actúan sobre el tejido conjuntivo (centella asiática, silicio, vitamina C, ácido hialurónico, alfa‑hidroxiácidos como láctico, cítrico, málico o tartárico) o sobre la microcirculación (cáscara de naranja amarga, algas, castaño de Indias, cola de caballo, hiedra, ciprés, pensamiento, pilosela, ruscus, salvia, ginkgo biloba, vitamina E).
La eficacia depende de que los activos alcancen la dermis a dosis adecuadas. Algunas fórmulas se administran con mesoterapia (microinyecciones), buscando depositar los activos en la capa diana. El retinol, por su parte, puede reforzar la dermis y mejorar su grosor; pequeños estudios han reportado beneficios modestos, especialmente en celulitis incipiente, si se usa de forma constante durante meses.
Un apunte de seguridad: la fosfatidilcolina inyectada para disolver grasa localizada no está autorizada en Europa para ese uso y puede causar necrosis muscular o cutánea; por tanto, no es una opción recomendada fuera de indicaciones aprobadas.
Mecánicas y drenaje: presoterapia, masaje y LPG
El drenaje linfático manual ayuda a movilizar líquidos intersticiales, especialmente útil en insuficiencia venosa y celulitis edematosa. La presoterapia (masaje neumático) mejora el retorno venoso y el drenaje; y tecnologías como Endermologie (LPG), basadas en succión y rodillos, buscan estimular la microcirculación y remodelar el tejido.
Dispositivos de energía: ultrasonidos, radiofrecuencia, láser, infrarrojos y ondas acústicas
Se han extendido plataformas no invasivas con evidencia creciente, aunque aún heterogénea. Los ultrasonidos focalizados de alta intensidad (por ejemplo, UltraShape, LipoSonix) concentran energía térmica en el tejido adiposo para fragmentarlo sin dañar piel adyacente; otros ultrasonidos no focalizados de baja intensidad actúan de forma más superficial y, en ocasiones, combinan masaje o geles con activos. La ultracavitación usa microburbujas para desestabilizar la membrana adipocitaria.
La radiofrecuencia (equipos como Accent o Thermacool) induce calentamiento controlado que favorece el remodelado del colágeno, el estiramiento tisular y el retorno venoso. Hay equipos que combinan infrarrojos + radiofrecuencia + masaje (VelaSmooth, VelaShape) para potenciar efectos. Los láseres externos de baja potencia (SmoothShape, TriActive, DermaWave) también se han empleado para mejorar textura y aspecto cutáneo.
Procedimientos quirúrgicos o mínimamente invasivos
En casos seleccionados, la subcisión libera las bandas fibrosas que tiran de la piel y forman hoyuelos, alisando la superficie. Sistemas como Cellfina automatizan esa liberación guiada. La liposucción tradicional puede no ser la mejor opción para piel de naranja y, si se extrae volumen sin control, puede empeorar la flacidez; por ello, técnicas como la lipoescultura ultrasónica o los láseres de lipólisis (SmartLipo MPX, Syris, LipoLight, Biolight) facilitan una eliminación de grasa más precisa, con menor sangrado y cierto efecto de tensado cuando se tratan pequeños volúmenes.
En la flacidez asociada o en pieles con pérdida de firmeza, tecnologías de ultrasonidos focalizados con fines de tensado (como Ultherapy) pueden elevar y reafirmar tejidos, siempre individualizando indicaciones y expectativas.
Masajes, entrenamiento y combinaciones
Los masajes con enfoque drenante aceleran la recuperación local tras procedimientos y reducen edemas; una pauta de maniobras suaves favorece el tránsito linfático cuando hay estancamiento. Complementar con entrenamiento de fuerza y aeróbico mantiene el tono y ayuda a consolidar resultados, especialmente en celulitis blanda.
Celulitis infecciosa: causas, señales y tratamiento
La celulitis infecciosa aparece cuando bacterias como los estreptococos o los estafilococos entran por una grieta de la piel: un corte, una herida punzante, una úlcera, una incisión quirúrgica reciente o zonas con pie de atleta o dermatitis son puertas de entrada habituales. Suele afectar a la pierna y progresa rápido si no se trata.
Entre los signos comunes se incluyen enrojecimiento que se expande, hinchazón, calor local y dolor a la palpación. En ocasiones aparecen fiebre u otros síntomas sistémicos. Es importante consultar sin demora, ya que una atención temprana evita la diseminación a sangre u órganos.
El manejo estándar son antibióticos activos frente a estreptococos y estafilococos (por ejemplo, dicloxacilina o cefalexina) por vía oral en casos leves. Si se sospecha Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM), cuando hay pus, síntomas graves o es una causa frecuente en la comunidad, pueden emplearse trimetoprima/sulfametoxazol, clindamicina o doxiciclina por vía oral, según criterio médico.
En infecciones de propagación rápida, con fiebre alta o fracaso del tratamiento oral, se requiere hospitalización y antibióticos intravenosos. La zona afectada debe permanecer inmovilizada y elevada para disminuir la tumefacción; las compresas frías y húmedas alivian el malestar. Si hay abscesos, se abren y drenan; y conviene tratar condiciones predisponentes (como el pie de atleta) para prevenir recurrencias. En piernas, las medias de compresión pueden reducir episodios repetidos.
Productos comerciales y recomendaciones de expertos
Las sociedades científicas y especialistas recuerdan que la celulitis estética afecta al 85%–98% de las mujeres en algún momento, por lo que no debe entenderse como una enfermedad sino como una alteración estética multifactorial. Expertos en dermatología estética han propuesto cuatro grandes hipótesis fisiopatológicas (diferencias estructurales por sexo, alteraciones del tejido conjuntivo, cambios vasculares y factores inflamatorios), con evidencia variable para cada una.
Algunas marcas cosméticas han desarrollado líneas específicas; por ejemplo, Cantabria Labs dispone de la gama ELANCYL con distintos formatos: Slim Design Noche (fórmula nocturna orientada a activar el metabolismo lipídico), Slim Massage (guante de masaje con gel de ducha), Slim Design +45 (con complejo Cafeína 3D y extracto de piel de manzana), Aceite de doble acción anticelulítica y antiestrías, Reductor Tensor para abdomen, caderas y brazos (con Instensyl para efecto alisante inmediato) y My Coach!, pensado para potenciar la respuesta a la actividad física. Son opciones de apoyo que, integradas con hábitos y protocolos médicos o estéticos, pueden contribuir a mejorar la textura de la piel.
En cualquier caso, lo sensato es valorar el tipo de celulitis y las expectativas con un dermatólogo o un médico estético. En España, se recomienda contar con profesionales miembros de la AEDV (Academia Española de Dermatología y Venereología), y hacer constar dicha pertenencia cuando se cite su nombre en comunicaciones clínicas o divulgativas.
Queda claro que la piel de naranja se origina por una mezcla de genes, hormonas, arquitectura del tejido y hábitos, y que puede presentarse incluso en personas delgadas; los abordajes más eficaces combinan pautas de vida, tratamientos tópicos, técnicas de drenaje y tecnologías de energía o mínimamente invasivas según cada caso. En paralelo, si aparece enrojecimiento, dolor, calor y tumefacción que avanzan, hay que pensar en celulitis infecciosa y buscar atención médica para iniciar antibióticos y medidas de soporte cuanto antes.