9 consejos para sobrevivir al ‘Me siento que no soy importante’

Hay días que el mundo se nos viene literalmente encima, sin apenas hacer esfuerzos.

Por ejemplo, en el trabajo están organizando la lista de la comida de Navidad y nadie nos pregunta si vamos a ir; enviamos un vídeo gracioso al grupo de whatssap y nadie nos responde; saludamos al vecino y ni siquiera nos mira.

Son un ejemplo de la larga lista de ‘desgracias’ que podemos ir sumándole al día hasta que pensamos: HOY NO SOY IMPORTANTE PARA NADIE.

no soy importante

A partir de ahí podemos seguir en declive: malas caras, contestaciones bruscas, decisiones rápidas tipo ‘ya no voy a la comida de Navidad’, mensajes tipo ‘terminator’ al grupo de whatssap y en el peor de los casos, un acoso y derribo al ‘culpable’, sin vuelta atrás.

La verdad es que podemos llegar a sentirnos hundidos.

¿Qué podemos hacer para seguir en pie y no morir en el intento?

Antes que nada aclarar que estos pasos son para la gente que nos conoce, la que verdaderamente nos debe de importar. Al resto de personas (la quiosquera que nos da el cambio sin mirarnos, la persona que ayudamos a cruzar la calle y no nos da las gracias), no debemos de darles importancia ya que a lo mejor han tenido un mal día.

¿Cuántas veces hemos dejado de ir a un sitio que nos gusta porque el dependiente no nos ha atendido como esperábamos? Al final terminamos perjudicados porque le damos importancia a lo que no lo tiene.

Veamos, entonces:

1. Relativizar la situación.

relativizar

Dejar de pensar que somos el centro del universo y que todas las personas en la faz de la tierra tienen que estar pendiente de nosotros. Desengañémonos.

‘Todo lo que me pase, le puede pasar a cualquiera y hoy me ha tocado a mí’. No darle tanta importancia a los acontecimientos, seguro que hay una explicación y no es precisamente hacernos un boicot.

Si necesitamos hablarlo, es mejor rodearnos de ‘verdaderos’ amigos, que nos escuchen sin ‘juzgar’ y nos aconsejen sin seguirnos la corriente.

2. No precipitarnos.

A veces ocurre que la gente, como va a su rollo, no se da cuenta que estamos vivos.

¿No os ha pasado alguna vez que no nos contenemos, abrimos la boca y la otra persona se queda con los ojos en blanco sin saber a qué viene el tema?

Acostumbrarnos a tomarnos un respiro de diez minutos antes de irritarnos, es mejor que decir cosas de las que luego nos podemos arrepentir.

Además, seguro que nosotros también hemos ignorado alguna vez a alguien.

3. Nadie nos puede ofender.

Cuando digo nadie, es NADIE. Cómo nos comportemos depende sólo y exclusivamente de nosotros. Somos la reacción a nuestros pensamientos. Así que, o nos ponemos las pilas y empezamos a pensar bien, o nos hundimos.

4. De afuera hacia adentro.

Es bueno practicar lo que llamo ‘mi visión externa’, que no es más que vernos desde fuera para observar nuestros pensamientos y comportamientos.

No debemos de tener miedo a observarnos, es más, deberíamos de practicarlo más a menudo. Es un ejercicio que nos ayuda a conocernos. Con el tiempo nos daremos cuenta de que vamos a ir necesitando cada vez menos tiempo para pensar y actuar. Llegará un momento en que lo hagamos de inmediato.

5. Reflexionar porqué nos sentimos así.

Otra buena práctica consiste en preguntarnos porqué nos sentimos como nos sentimos. Es bueno que busquemos en nuestro interior la verdadera respuesta a nuestras reacciones.

Ocurre que a veces necesitamos que los demás nos echen cuenta o de lo contrario nos sentimos ofendidos, y estamos en una lucha constante por reclamar afecto.

Que no nos dé miedo ahondar en nuestro interior y buscar la verdadera razón de nuestro malestar. Es buen momento para ver nuestro registro de autoestima; puede que esté algo desfasado y debemos de ponerle nuevas pilas. Y que no pasa nada por sentirnos mal, es genuino. Pero repito, sin dramatizar, que a veces sufrimos por cosas que los demás ni siquiera saben que nos han hecho.

6. La responsabilidad.

Podemos sentirnos mal, estallar y pelearnos con el mundo. Pero si queremos tomar las riendas de la situación y no dejarnos arrastrar por emociones negativas, debemos de empezar por responsabilizarnos de nosotros mismos. Es decir, no aprovechar cada ocasión para enfadarnos con el resto por nuestros problemas no resueltos.

7. El ego.

El mal de nuestro tiempo que tantas veces nos causa problemas: YO, YO y YO.

Nuestro ego es como ese pequeño diablillo, que sentado en nuestro hombro a veces nos lanza a la locura. Debemos de mantener a nuestro otro yo atado y con correa corta. Si le damos rienda suelta sale a pasear y siempre la arma.

Para reflexionar sobre el ego, os recomiendo el libro ‘El poder del ahora: una guía para la iluminación espiritual’ de Eckhart Tolle.

8. Estar presente.

La mayoría de las veces actuamos en función de lo que creemos que los demás piensan de nosotros. Nos vamos a casa disgustados por algo que creemos que nos han hecho (consciente o inconsciente) y esas personas ni siquiera piensan en nosotros.

Si en cambio vamos con la mente limpia, y sin presuponer nada, seguro que aceptamos con calma más situaciones de las que creemos.

Poner en práctica ‘El aquí y el ahora’ nos ayuda a centrarnos y no desviar la mente en pensamientos tóxicos e innecesarios.

9. Averiguar cuál es el motivo de que hoy no nos presten tanta atención.

Si creemos que los demás nos deben una explicación, respirar hondo y sin alterarnos preguntar a los demás.

Si estamos preparados, este punto podemos ponerlo en práctica al principio.

Artículo escrito por Estefanía Naranjo Sánchez.

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  1.   Patricia dijo

    Me ha gustado mucho el artículo!!!

  2.   Estefanía Naranjo dijo

    Muchas gracias por tu comentario, Patricia.

    Me alegra que te guste.