La verdad, es que a todos nos gusta tener nuestras cosas. No hay que ser ningún genio ni ningún psicólogo para saber acerca del apego que las personas son capaces de sentir hacia sus bienes materiales.
Es muy común que suceda, sobre todo si hemos trabajado arduamente para conseguirlos o si sentimos alguna especie de apego personal a ese algo porque nos lo dejó alguien que nos importa o que para nosotros tiene mucho valor sentimental. Sin embargo, a veces nos emocionamos o nos apegamos demasiado a las cosas materiales, y nuestra forma de ser no nos permite compartirlas con los demás. Esto puede no darse solo cuando hablamos de bienes materiales. El egoísmo puede darse en buena cantidad de vertientes de nuestra vida diaria.
Cuando somos niños, generalmente nos portamos de manera egoísta. No es porque los niños sean egoístas por naturaleza ni mucho menos, sino que ellos se encuentran más apegados a un instinto primario de conservación de las cosas que sienten que les pertenecen.
Si nos tomamos un tiempo podemos ayudarles a que sean personas más dadas y altruistas,sin embargo, hay veces en las que el niño evoluciona para hacerse una persona egoísta en más de un sentido. En este post conoceremos el egoísmo y su cara más oscura. Además de algunas formas de lidiar con él y tratarlo si es necesario.
Primero, definamos egoísmo
La definición de este término nos dice que el egoísmo es el amor desmesurado y visceral que un individuo puede sentir únicamente hacia sí mismo, causando de esta manera que el sujeto siente un malsano interés en sí mismo y en las cosas que giran a su alrededor, perdiendo interés completamente en los demás que se hallan en su entorno.
Puede ser algo leve, como una forma de ser interesada que, si bien puede resultar molesta para los seres a su alrededor, al mismo tiempo puede ser tolerada como parte de la conducta; o puede ser como una especie de enfermedad que hace al sujeto ser totalmente incapaz de pensar en algo que no sea él mismo. Esta es la antesala de verdaderas enfermedades mentales y comportamiento sociópata.
Este concepto viene de la palabra ego, que en lo que se refiere a la psicología y a la antropología viene del concepto que una persona tiene de sí misma al tiempo de reconocer el “yo”. El ego se conoce como aquello que media entre la realidad y el mundo físico, y comprende los impulsos del sujeto y sus ideales.
De esta forma, podríamos decir que, egoísmo es el concepto totalmente opuesto del altruismo, que consiste primero que nada en sacrificar el bienestar propio (o por lo menos el restarle importancia), en aras de enfocarse y conseguir el bienestar de los demás. Es decir, buscar el bien ajeno en lugar de buscar la propia conveniencia.
El egoísmo puede tener varios tipos
A pesar de que se conoce de la misma manera a esta palabra, podemos relacionarla en algunos subtipos de lo que el egoísmo representa. Los más comunes son tres que se utilizan en contextos parcialmente diferentes, aunque en sí representan lo mismo: egoísmo psicológico, egoísmo ético y egoísmo racional.
Egoísmo psicológico
Esta se trata realmente de una teoría que nos dice que el ser humano únicamente lleva a cabo las acciones que hace con un fin que redunde en su beneficio. Esta teoría sostiene que la naturaleza humana está impulsada únicamente por razones interesadas, y que aunque hagas buenos actos finalmente serán por la necesidad de recibir algo a cambio o que repercuta en un beneficio propio. Esta teoría sostiene que nadie hace nada por motivos altruistas.
Egoísmo ético
También conocido como egoísmo moral es una teoría o tipo de egoísmo que nos dice que las personas son siempre capaces de llevar a cabo una acción altruista, pero que lo harán de una manera más amable o con un mayor entusiasmo si saben que repercutirá en un posterior beneficio para ellos.
En este caso se nos habla de moralidad o de ética porque el sujeto sabe que ayudar es lo moralmente correcto y que las acciones que están realizando son buenas, por lo tanto tiene la opción de ayudar. Sin embargo lo hará con mucha más, digamos, alegría si sabe que existirá un beneficio posterior para él con eso. Se diferencia del egoísmo psicológico porque aquel es algo intrínseco del ser humano, mientras el moral nos da opciones.
Egoísmo racional
Cuando hablamos de egoísmo racional nos referimos a una teoría filosófica que nos habla de que en realidad, el egoísmo del ser humano se encuentra ligado más que nada al uso de la razón. Son la mente y la razón quienes nos dicen que debemos buscar nuestro propio interés en las cosas, y pasamos el tiempo sopesando como determinada situación puede acabar beneficiándose. A pesar de que hablamos prácticamente del mismo tópico, este también se diferencia de los ejemplos anteriores porque si bien el psicológico está basado en nuestra esencia, y el moral está basado en nuestra ética como personas; el racional se centra en el concepto de que es la razón y el pensamiento quien nos hace ser egoístas por naturaleza.
Al final podemos pensar que el ser egoísta es una actitud negativa al cien por ciento, pues representa la incapacidad de una persona de ponerse en contacto con las emociones y necesidades de otra, evitando de esa forma el altruismo; o podemos tomarlo como una forma en la que se busca el interés propio en aras de hacerse respetar.
Después de todo, al final del día, en mayor o menor medida, todos buscamos llenar nuestros intereses y conseguir buenos empleos, buenas cosas y buenas vidas, aún si debemos llevarnos a otros por delante, pues es uno de los más primitivos instintos de supervivencia. Lo mires como lo mires, al final del día es una conducta que no es precisamente la mejor para vivir de manera acorde con las normas sociales.
Egoísmo: el trabajo mejor pagado
Cuando hablamos de la sociedad en base a este tema, debemos entender que las normas sociales buscan convertir a las personas en seres altruistas que trabajan para conseguir elevar la prosperidad y nivel de vida del grupo social. Para ello existen reglas, cesiones y prohibiciones que se deben cumplir al pie de la letra a fin de lograr este fin.
Este comportamiento lo conocemos, pues todos lo vivimos. Comienza al ser criados por nuestros padres, y llega a su punto medio al tener nuestros hijos; nos dice que debemos de trabajar para criar a nuestros hijos, vivir nuestra vida y luego cuidar de nuestros ancianos progenitores.
El concepto de egoísmo social en esta parte surge cuando deliberadamente te saltas uno de los factores que se representan con el fin de buscar la felicidad auténtica en solitario y dejas de lado tus responsabilidades.
La sociedad espera que hagamos algo, y existe la idea de que no hacer eso que se espera de nosotros es una manera de demostrar que estamos siendo egoístas. Una vez que termina la infancia pasamos a ser sirvientes de nuestros padres, quienes empiezan, de forma velada y jamás directa, que les devolvamos esos favores que nos hicieron, de manera desinteresada, y una vez que decidimos valernos por nosotros mismos nos convertimos en personas egoístas.
A su vez, una vez que hayamos crecido y criado a nuestros propios hijos, nosotros haremos lo mismo con ellos, esperando que velen por nosotros una vez que no podamos hacerlo. Aquí también entra el egoísmo propio e inherente del ser humano, pues a pesar de que pregonamos que no buscamos el interés personal, aún contaremos con nuestros hijos para que nos ayuden en caso de necesidad.
Cabe destacar que en estos casos no se da por completo el concepto de egoísmo, sino una especie de altruismo forzado. Sin embargo, se dice que el egoísmo es el empleo mejor pagado debido a que, si consigues aprovecharlo de manera racional, velando por tus intereses pero al mismo tiempo trabajando en “pro” del prójimo, podrás conseguir buenos puestos o ascensos en base a la imagen que te has creado por propio interés.
Un ejemplo claro puede darse a las personas ricas de antaño, y también de nuestros tiempos. Estas personas, a fin de ser consideradas como altruistas, iniciaron beneficencias y donaron dinero a caridades para ganarse el favor del pueblo. En la actualidad, las personas pudientes donan una parte de su dinero a muchas caridades porque de esa manera consiguen disminuir o no pagar sus impuestos. Lo hacen por sus intereses, pero al mismo tiempo sigue siendo una actividad “altruista” que permiten que conserven el dinero que, de no hacerlo, se les iría en impuestos.
Las siete pistas que nos dejan los seres egoístas
Cuando eres una persona egoísta, y no solo una que actúa mediante los instintos humanos, sino que eres una persona verdaderamente interesada, al punto de casi ser patológico o sociópata, hay ciertas características que harán mella en tu forma de ser, y que se notarán fácilmente:
1: No muestran sus vulnerabilidades y debilidades
Las personas que son patológicamente egoístas son del todo incapaces de demostrar sus debilidades. Para ellos el simple hecho de admitirlas sería tener que admitir que no son tan perfectos como esperan que los demás piensen, y por ello no admitirán si se equivocan o si sienten miedo de algo.
2: No escuchan a quienes están en desacuerdo con sus opiniones
Las personas egoístas se muestran intransigentes cuando una persona tiene un punto de vista que es parcial o totalmente contrario al de ellos. Buscarán la forma de hacerles cambiar su opinión, y les interrumpirán, ignorarán o gritarán incluso si esa persona intenta mantener su punto de vista.
3: Consideran que merecen todo
Estas personas realmente consideran que todo lo que hay en el mundo es única y exclusivamente para ellos. Y tendrán problemas si no reciben algo o si otra persona lo recibe en lugar de ellos. Guardarán incluso rencor a la persona que recibió aquellos que consideraban debía ser suyo.
4: No aceptan las críticas constructivas
Las personas egoístas piensan que todo lo que hacen está bien, y que si no estás de acuerdo con ellos es porque intentas menospreciar su pensamiento a fin de conseguir tú una promoción o un beneficio porque esa persona deje de hacer lo que hace. A sus ojos, quien les hace una crítica es poco más que un envidioso que desea su mal.
5: Agrandan sus logros
No importa que tan pequeño sea lo que han hecho, o que tan grande sea realmente la actividad que hayan llevado a cabo. Buscarán la manera de hacer ver frente a los demás que han hecho mucho más de lo que verdaderamente hicieron, a fin de que los demás puedan ver su seguridad interior y verles como a personas importantes.
6: Critican a las personas por la espalda
Quienes tienen personalidades egoístas generalmente buscarán la manera de hacer ver a los demás como que son menos de lo que realmente son frente a los otros. En un grupo, buscará la manera de hacer ver a los demás que los otros son menos, pero con el único fin de, al final del día, ser él la única persona virtuosa del lugar.
7: Nunca se arriesgan
Les produce pánico y terror arriesgarse en la vida porque no pueden permitirse el lujo de fracasar. Sin embargo, en el momento de ver fallar a otra persona serán los primeros en levantar el dedo para juzgar con dureza y decir “yo siempre supe que terminaría así”.