“Como todas las virtudes, el verdadero altruismo es raro.”
El altruismo puede ser considerado como una defensa del Ego, una forma de sublimación en la que la persona hace frente a la ansiedad ayudando a los demás. Al centrar la atención en las necesidades del otro, las personas con vocaciones altruistas como la medicina o la enseñanza relegan sus propias necesidades a un segundo plano evitando así hacerlas frente o incluso reconocerlas. De esta manera, las personas que cuidan a personas de edad avanzada o discapacitadas suelen sentir una elevada ansiedad y estrés cuando su rol de cuidador desaparece.
Este altruismo, entendido como una defensa del ego, debería distinguirse del “verdadero altruismo”. El primero es, ante todo, una manera de tapar emociones incómodas; el segundo, en cambio, es un medio para un fin externo, como aliviar el hambre o la pobreza.
Los actos altruistas pueden llegar a ser interesados:
1) Porque mitigan la ansiedad,
2) porque aportan sensaciones agradables de orgullo y satisfacción,
3) porque proporcionan una expectativa de honor o de reciprocidad o
4) porque proporcionan la creencia de asegurarnos un lugar en el cielo.
5) Si no es por ninguna de estas razones anteriores, tal vez sea porque, al menos, alivian las sensaciones desagradables de culpa o de vergüenza por no haber actuado.
Aunque los actos altruistas normalmente son guiados por la compasión, no tiene por qué ser siempre así.
Os dejo con un vídeo del programa Redes sobre el altruismo:
Artículo escrito por Nuria Álvarez. Más información sobre Nuria aquí