Para llegar a ser grande en cualquier aspecto se necesita un cierto sacrificio. En ocasiones tus decisiones no serán muy populares entre la gente que te rodea, especialmente en tu familia. Pueden pensar que eres un imprudente. Otros pensarán que eres un soñador.
Otros no van a entender a alguien que vives con un propósito, tienes una carga extra que todos tienen pero pocos usan. Las propuestas para que abandones no tardarán en llegar si estás en uno de estos casos: te pedirán que abandones o que te tomes un descanso. Sabes que tienes que dedicar tu tiempo al servicio de ese propósito y lo que está fuera de él no tiene sentido y lo ignoras.
Es el escepticismo lo que hace que la gente te diga que eres un loco o un temerario. La gente que no va a entender que te mueves en una dirección definida. Nos encontramos con ese tipo de cosas tan a menudo. Lo que me ayuda es saber que sólo hay un 5% de las personas con un objetivo claro, que conocen la belleza y los resultados del sacrificio.
«El precio del éxito es trabajo duro, dedicación y la aceptación de que si ganamos o perdemos nos hemos esforzado al máximo para alcanzar nuestro objetivo».
Vince Lombardi