Las 30 mejores frases de Cien años de Soledad

portada de cien años de soledad

Cien años de soledad es una novela con autoría del colombiano Gabriel García Márquez.  Fue publicada en 1967 y ganó en 1982 el Premio Nobel de Literatura. Es símbolo de la literatura Iberoamericana siendo catalogada en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española como una de las obras más importantes de la lengua castellana después de Don Quijote de la Mancha.

Ha sido traducida a más de 37 idiomas y ha vendido más de 37 millones de copias. Para que te des cuenta de lo maravillosa que es esta novela, queremos darte una pequeña “píldora” de ella, compartiendo contigo algunas de sus mejores frases. Si te gusta la literatura podemos aventurarnos a decir a que probablemente, acabes leyendo la obra completa.

Cien años de Soledad

La novela está enmarcada en el realismo mágico, y trata sobre a la historia de la familia Buendía… Y no te contamos más para no revelarte su magia, solo te adelantamos las siguientes frases para que te des cuenta de cómo Gabriel García Márquez tiene magia en sus palabras.

novela cien años de soledad

  1. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señarlarlas con el dedo.
  2. Poco después, cuando su médico personal acabó de extirparle los glondrinos, él le preguntó sin demostrar interés particular cuál era el sitio exacto del corazón. El médico lo auscultó y le pintó luego un círculo en el pecho con un algodón sucio de yodo.
  3. Esta comprobado que el demonio tiene propiedades sulfúricas, y esto no es más que un poco de solimán.
  4. Consideraba como una burla de su travieso destino haber buscado el mar sin encontrarlo, al precio de sacrificios y penalidades sin cuento, y haberlo encontrado entonces sin buscarlo, atravesado en su camino como un obstáculo insalvable.
  5. Preguntó qué ciudad era aquella, y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo en el sueño una resonancia sobrenatural: Macondo.
  6. Lo esencial es no perder la orientación. Siempre pendiente de la brújula, siguió guiando a sus hombres hacia el norte invisible, hasta que lograron salir de la región encantada.
  7. En todas las casas se habían escrito claves para memorizar los objetos y sentimientos Pero el sistema exigía tanta vigilancia y fortaleza moral, que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria…
  8. Entonces desapareció el resplandor de aluminio del amanecer, y volvió a verse a sí mismo, muy niño, con pantalones cortos y un lazo en el cuello, y vio a su padre en una tarde espléndida conduciéndolo al interior de la carpa, y vio el hielo.
  9. Entonces sacó el dinero acumulado en largos años de dura labor, adquirió compromisos con sus clientes, y emprendió la ampliación de la casa.
  10. Se prometían establecer un criadero de animales magníficos, no tanto por disfrutar de unas victorias que entonces no les harían falta, sino por tener algo con qué distraerse en los tediosos domingos de la muerte.
  11. Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.cien años de soledad
  12. Se disparó un tiro de pistola en el pecho y el proyectil le salió por la espalda sin lastimar ningún centro vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con su nombre en Macondo.
  13. Conoció con tanta seguridad el lugar en que se encontraba cada cosa, que ella misma se olvidaba a veces que estaba ciega.
  14. Ella pensaba que el amor de un modo derrotaba al amor de otro modo, porque estaba en la índole de los hombres repudiar el hambre una vez satisfecho el apetito.
  15. No me casaré con nadie, pero menos contigo. Quieres tanto a Aureliano que te vas a casar conmigo porque no puedes casarte con él.
  16. El mundo era tan reciente que muchas cosa carecían de nombre, u para nombrarlas había que señalarlas con el dedo.
  17. El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
  18. Era una buena noche de junio, fresca y con luna, y estuvieron despiertos y retozando en la cama hasta el amanecer, indiferentes al viento que pasaba por el dormitorio, cargado con el llanto de los parientes de Prudencio Aguilar.
  19. En realidad no le importaba la muerte, sino la vida, y por eso la sensación que experimentó cuando pronunciaron la sentencia no fue una sensación de miedo sino de nostalgia.
  20. Le prometió seguirla hasta el fin del mundo, pero más tarde, cuando arreglara sus asuntos, y ella se había cansado de esperarlo identificándolo siempre con los hombres altos y bajos, rubios y morenos…
  21. Sólo él sabía entonces que su aturdido corazón estaba condenado para siempre a la incertidumbre.
  22. Fascinado por una realidad inmediata que entonces le resultó más fantástica que el vasto universo de su imaginación, perdió todo interés por el laboratorio de alquimia…
  23. La adolescencia le había quitado la dulzura de la voz y le había vuelto silencioso y definitivamente solitario, pero en cambio le había restituido la expresión intensa que tuvo en los años al nacer. imagen de cien años de soledad
  24. Estaba entre la multitud que presenciaba el triste espectáculo del hombre que se convirtió en víbora por desobedecer a sus padres.
  25. Su cabeza, ahora con entradas profundas, parecía horneada a fuego lento. Su rostro cuarteado por la sal del Caribe había adquirido una dureza metálica. Estaba preservado contra la
  26. vejez inminente por un una vitalidad que tenía algo que ver con la frialdad de las entrañas.
  27. Pero no olviden que mientras Dios nos dé vida, nosotras seguiremos siendo madres, y por muy revolucionarios que sean tenemos derecho de bajarles los pantalones y darles una cueriza a la primera falta de respeto.
  28. Cuando salió el aire azul de  neblina, el rostro se le humedeció como en otro amanecer del pasado, y sólo entonces comprendió por qué había dispuesto que la sentencia se cumpliera en el patio, y no en el muro del cementerio.
  29. Terminó por perder toda contacto con la guerra. Lo que en otro tiempo fue una actividad real, una pasión irresistible de su juventud, se convirtió para él en una referencia remota: un vacío.
  30. En un instante descubrió los arañazos, los verdugones, las mataduras, las úlceras y cicatrices que había dejado en ella más de medio siglo de vida cotidiana, y comprobó que esos estragos no suscitaban en él ni siquiera un sentimiento de piedad. Hizo entonces un último esfuerzo para buscar en su corazón el sitio donde se le había podrido los afectos, y no pudo encontrarlo.

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