Os voy a contar una breve anécdota real que ocurrió en un aeropuerto y que pone de manifiesto el grado de empatía que existe en las personas cuando algo va mal.
Hoy mi jefe y yo aterrizamos en un aeropuerto dispuestos a reunirnos con unos clientes muy importantes. Nada más aterrizar encendí mi teléfono y empezaron a llegar mensajes de voz y de texto de varios familiares cercanos.
«Llama a casa. Tu madre tuvo un derrame cerebral grave y se encuentra en cuidados intensivos» decía el primer mensaje de texto que apareció en el teléfono.
Mi jefe me dijo que tenía que partir inmediatamente. Cuando me puse en la cola del mostrador de billetes, empecé a hablar con mi hermano sobre el estado de nuestra madre, llorando le expliqué que iba a tratar de coger un vuelo que salía en 30 minutos.
Las doce personas que estaban en la fila delante de mí escucharon mi conversación y todas me dejaron pasar. A continuación, un representante de la compañía de vuelos salió detrás del mostrador y me dio un paquete de pañuelos. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar me dio un gran abrazo.
Hice mi vuelo. Mi madre se encuentra en situación estable.