Después de hablar durante casi una hora, Krishnamurti dijo que había llegado el momento de las preguntas.
Ayer alguien me preguntó después de la charla cómo definiría yo «la vida». ¿Está aquí esa persona?
Sí maestro– dijo alguien desde el fondo.
Yo no soy tu maestro-contestó Krisnamurti-. Tu maestro está en tu interior. Ayer te pedí que me trajeras dos garbanzos, dos lentejas o dos alubias, para poder contestar hoy a tu pregunta. ¿Las trajiste?
Sí, aquí las tengo -dijo el hombre.
Un señor de unos 40 años se adelantó entre el público y le dio a Krisnamurti dos alubias blancas, que el conferencista guardó, apretando una en cada puño.
–Dejaré la respuesta para el final -añadió.
Durante la siguiente media hora, Juddi Krishnamurti contestó a todo tipo de preguntas sobre toda clase de temas. Recuerdo que su jugada, si lo era, respecto de la pregunta postergada, había conseguido tenerme expectante.
Llegó el momento de despedirse y Krishnamurti bajó la cabeza y nos habló lentamente:
–Me preguntan qué es la vida para mí…Creo que no puedo explicarlo sólo con palabras porque la vida se ve, se siente, se vive. No puedo dar definiciones-repitió-, pero quizá pueda dar un ejemplo.
Después de hacer una pausa, Krishnamurti prosiguió:
–La vida es la diferencia que hay entre esto…-dijo mostrando la alubia que había guardado en su mano izquierda- y esto otro– concluyó, enseñando la otra alubia, la que había permanecido en su puño derecho.
Una exclamación de asombro inundó la sala.
No era para menos.
Un pequeño brote verde asomaba de la alubia que yacía a la vista de todos en su palma derecha.
En poco más de 30 minutos, con el calor y la humedad de su mano cerrada, sólo una de las alubias había germinado.
Después, mucho después, vendrían las preguntas.
¿Qué fue lo que pasó?
¿Cómo lo hizo?
Más tarde aún, los intentos de explicar que abrirían nuevas preguntas: ¿cómo puede un hombre manejar la humedad, el calor y la energía de su puño cerrado para conseguir que una alubia germine en tan poco tiempo?
¿Cómo puede hacerlo en sólo una de sus manos?
Todo eso sería después…porque en ese momento lo único que importaba, para el niño que fui, era la sorpresa y el descubrimiento de un mensaje imposible de olvidar:
La vida es expansión, crecimiento, apertura…
La vida es alegría, es despertar y es también, ¿por qué no?, algo de misterio.
Fuente: Jorge Bucay.