Para algunas personas el manspreading es una forma de faltar al respeto a quienes se tiene delante. Es una forma de sentarse en los hombres con las piernas abiertas y para algunos, eso es intolerable. Para otros, simplemente es una postura sin más. Lo que está claro es que el manspreading genera controversia y es importante entender qué es y por qué ocurre…
Fue en 2014 cuando se popularizó éste termino pero ya hace algunos años que se conoce este problema, en el que parece que los hombres ocupan más espacio del necesario para sentarse, sobre todo en transporte público para abrir o estirar mucho las piernas. Este comportamiento es debatido cada vez más, y es que parece que es de sentido común que si hay poco espacio y hay dos personas que deben sentarse hay que recogerse un poco para que todo el mundo quepa. Entonces, ¿qué pasa con el manspreading y por qué causa tanto revuelo?
¿Realmente es un problema?
Para algunos/as realmente sí se considera un problema sobre todo en trenes o metros. Parece ser que un poco más de un tercio de la población masculina realizan el manspreading en el metro cuando se sientan… sin darse cuenta. No lo hacen como provocación ni tampoco con ganas de molestar a los demás viajeros del transporte público. Además, hay un 5% de mujeres que también se sientan de esa manera y tampoco lo hacen para ‘ofender’ a la población masculina. Esto simplemente es, una forma de sentarse.
Lo que es cierto, que si hay un pasajero que se sienta con las piernas estiradas en ausencia de otros pasajeros y que cuando otros pasajeros se sientan a su lado no corrigen su postura aunque el vagón esté lleno de gente, entonces, es una falta de respeto y educación básica hacia los demás.
Existe un estudio que muestra que los hombres que son más propensos a realizar manspreading tienen una edad entre 30 y 49 años. En edades anteriores el porcentaje es mejor y en grupos de más de 50 años se aún más reducido.
En la actualidad han existido campañas para intentar eliminar por completo este comportamiento o posturas al sentarse en sitios públicos, pero parece que esto no ha servido de mucho. Siguen habiendo hombres (y mujeres) que se sientan cayendo en el manspreading.
Por qué ocurre
Hay quienes explican que el manspreading es un privilegio reservado para hombres porque quieren más espacio en diferentes situaciones, pensando en su propio confort y dejando a un lado el bienestar de los demás. Es decir, apelan a que las personas que realizan este tipo de postura al sentarse en sitios públicos están siendo egoístas y poco educadas.
Es según algunos, una forma de expresar su poder a los demás, según la visión feminista, es una forma de vincular la postura con el patriarcado, una forma de ocupar más espacio para sentirse mayor y más grande que los demás, una forma de ser superior a otros y que además, le permite sentir mayor comodidad.
Otros dicen que para algunos hombres sentarse con las piernas cerradas puede ser doloroso por la fisionomía masculina. También hay investigadores que dejan claro que los hombres se sientan con más frecuencia de esa manera porque al tener los hombros más anchos que la cadera en comparación con las mujeres, esa forma de sentarse sale casi de forma natural y no como nada interno que tenga que ver con poder o sumisión de otros hacia ellos. Esto quiere decir, que el espacio que dejan entre las rodillas es correspondiente al espacio que hay aproximadamente entre lo hombros por lo que el ángulo queda más amplio.
También, al abrir las piernas ocupan menos espacio en el vagón por lo que el pasillo quedaría más libre para poder transitarlo que si dejan las piernas en paralelo hacia delante que ocupan más y podrían molestar a los pasajeros a la hora de pasar.
¿Quizá sea algo más cultural?
Realmente no existe ninguna causa clara que explique el fenómeno del manspreading, solo es algo que ocurre y que sigue ocurriendo porque existe. Está presente en el día a día de cualquier persona que utiliza el transporte público o que se sienta cerca de otras personas en lugares también públicos. Es una postura generalizada en los hombres que aunque no la utilicen el 100% de los hombres todo el tiempo, es bastante habitual.
En la actualidad no se sabe si tiene un origen biológico o si por el contrario es algo más cultural. Lo que es cierto es que éste fenómeno no está pasando desapercibido y que por ello, hay personas e investigadores que estudian el por qué de éste fenómeno para encontrar respuestas. Posiblemente tenga mucho que ver la genética y patrones de la cultura que se han normalizado con el paso del tiempo.
De cualquier modo, lo que está claro es que sentarse con las piernas abiertas o cerradas en un transporte público, más que por cultura o biológica dependerá de la misma persona y que en ningún caso un hombre que está sentado con esa postura quiere provocar la ira de nadie. Lo que no es justificable son los movimientos más radicales o campañas en contra de este fenómeno que resultan agresivos y de poco respeto hacia quienes se sientan de esta manera, sin saber que con su postura están causando ningún tipo de enfado en pequeños colectivos.
Rociar agua o lejía en los pantalones de los hombres solo como forma de descontento hacia la postura no está justificado y se podría decir incluso, que es de algún modo, una reacción agresiva hacia un comportamiento involuntario. Es necesario generar conciencia social sobre esto y ser capaces de entender que una postura si molesta a otro hay que corregirla, pero sin que esto requiera tener que utilizar la violencia. Únicamente se trata de educación y convivencia desde el respeto entre unos y otros, sin importar tanto el género… Si estiras las piernas en el metro y molestan a los demás viajeros, se corrige la postura y listo.