El Porqué De Nuestra Insatisfacción (una reflexión de Álex Rovira)

La felicidad es inversamente proporcional a la aceleración. A menudo vivimos en la urgencia para llenar el vacío que provoca nuestra avidez. Ello nos desconecta de nosotros mismos.

Sigo dándole vueltas al por qué de nuestra insatisfacción, de nuestra infelicidad y cada vez tengo más claro que gran parte de la responsabilidad la tiene una palabra que últimamente oímos hasta la saciedad: urgente, o, mejor dicho, el significado que le damos a esta palabra en el entorno laboral.

A menudo vivimos en la urgencia

Seguro que las siguientes frases o algunas parecidas te resultarán muy familiares:

Tienes una llamada urgente, la propuesta se tiene que mandar urgentemente, la reunión se adelanta, es urgente, contéstame a este email en cuanto lo leas, es urgente. Y el colmo de los colmos: es urgente que sea urgente, lo juro. Se lo oí decir en una ocasión a una encantadora secretaria desquiciada con un jefe déspota que necesitaba estar permanentemente excitado.

Pero, ¿qué nos pasa? ¿Es que acaso nos invaden los extraterrestres? ¿Viene un meteorito a estrellarse directamente contra la tierra? Demasiado Independence Day y demasiado Armaggeddon, demasiado Wall Street y demasiada Nueva Economía.

Nos lo hemos tragado, igual que nos tragamos en su día que nos tenemos que ganar la vida porque hay quien está convencido de que hoy para ser competitivo en lugar de ser competente hay que ser urgente porque etimológicamente urgir y apretar son una misma cosa. Vamos todos muy apretaditos y muy quemaditos en muchos sentidos ¿o no? Así vamos, corre que te corre, con prisas y más prisas, tirando millas, agobiados, con apretones de dientes y esfínteres.

En el delicioso libro Martes con mi viejo profesor su protagonista Morris S. Schwartz, el viejo profesor sabio y moribundo le dice lo siguiente a su amado alumno:

«Una parte del problema es la prisa que tiene todo el mundo, las personas no han encontrado sentido en sus vidas, por eso corren constantemente buscándolo. Piensan en el próximo coche, en la próxima casa, en el próximo trabajo. Después descubren que esas cosas también están vacías y siguen corriendo.«

Se puede decir más alto pero no más claro.

presion social

La pregunta es: ¿dónde nace esta presión social? ¿No será que la presión nos la ponemos nosotros mismos? ¿No será que la presión aparece como resultado de no hacernos valer, de no ponernos límites, de no poner sentido común, de no escucharnos, de no sentarnos a hablar, a dialogar con los demás?

¿No será que la presión aparece cuando nos ponemos a hacer algo que realmente no creemos pero que debemos hacer para disponer de recursos que financien nuestro día a día y nuestros compromisos?

¿No será que la presión y su prima hermana, la depresión nacen en definitiva del miedo?

Espero tu respuesta.

Álex

Extracto del libro La brújula interior de Álex Rovira.


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