Su esposo ya murió pero almuerza con él todos los días

recuerdo ser querido

Mucha gente tiene miedo a la muerte, sin embargo tiene que ser muy triste pasar 20, 30, 40 ó 50 años con una persona a tu lado y despertar un día para descubrir que ya no estará nunca más a tu lado. Esta situación aterroriza a muchas personas, más que su propia muerte.

Cuando te enfrentas con dolor abrumador, la única manera de hacerle frente es seguir avanzando. De nada vale tumbarse en la cama para llorar día tras día, es necesario seguir con la vida.

Os dejo con un testimonio de una persona mayor que nos enseña su particular visión sobre cómo afrontar el dolor:

«Ok, aquí va mi comentario. Yo ya soy viejo. Esto significa que he sobrevivido (de momento) a la pérdida de mucha gente que he conocido y amado. He perdido a mis mejores amigos, compañeros de trabajo, abuelos, madres, otros parientes no tan cercanos, profesores, vecinos y un sin número de personas conocidas.

No tengo hijos y no puedo ni imaginar el dolor que se debe de sentir al perder un hijo, pero aquí os dejo mi granito de arena.

Me gustaría poder decir que uno se acostumbra a ver la gente morir. Pero no es así. Nadie se puede acostumbrar a algo tan desgarrador como la muerte. Un agujero aparece en mi corazón cada vez que alguien querido se muere. Mis cicatrices son un testimonio del amor y la relación que tenía con esa persona. Si la cicatriz es muy profunda es porque amaba mucho a esa persona.

Las cicatrices son un testimonio de vida, un testimonio de que yo puedo amar profundamente a una persona y que puedo sanar su pérdida, seguir viviendo y seguir amando… y el tejido de la cicatriz es más fuerte que el tejido original.

En cuanto a la pena… es como las olas. Cuando un barco naufraga, te estás ahogando entre escombros a tu alrededor. Todo lo que flota a tu alrededor te recuerda la belleza que esa nave fue y ya no existe. Lo único que puedes hacer es flotar. Encuentras algún escombro y te aferras a él durante un tiempo. Tal vez sea algo físico, tal vez sea un buen recuerdo o una fotografía… tal vez sea una persona que también está flotando. Durante un tiempo lo único que puedes hacer es flotar… mantenerte con vida.

resiliencia

Al principio las olas tienen 20 metros de altura y se estrellan contra ti sin piedad. Vienen cada 10 segundos y ni siquiera te dan tiempo para recuperar el aliento. Lo único que puedes hacer es aguantar y flotar. Después de un tiempo, tal vez semanas, tal vez meses, te encuentras con que las olas siguen teniendo 20 metros pero vienen cada vez más espaciadas. Todavía siguen estrellándose contra ti pero puedes seguir respirando.

Nunca sabes lo que va a desencadenar el dolor. Puede que sea una canción, una foto, una intersección de calles, el olor de una taza de café. Puede ser cualquier cosa… y la ola se estrella contra ti. Pero en medio de las olas hay vida.

En algún momento descubrirás que las olas ya solo tienen 10 ó 5 metros de altura y aunque siguen viniendo, lo hacen cada vez más espaciadamente. Puedes verlas venir. Un aniversario, un cumpleaños o una Navidad. Las puedes ver venir y te preparas para ello. Cuando se apoderan de ti sabes que saldrás por el otro lado. Las olas no paran de venir y de alguna manera no quieres que nunca dejen de hacerlo. Sin embargo, sabes que sobrevivirás a sus embestidas.

Otras olas llegarán y volverás a sobrevivir. Si tienes suerte, tendrás un montón de cicatrices que son producto de muchos amores… y de un montón de naufragios.»

Fuente


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