El Mono Cazado (metáfora de la zona de confort)

Vamos a comenzar este nuevo artículo que trata de analizar por qué una y otra vez tropezamos sobre la misma piedra. Es de sobra conocido por todos el refrán que dice que «el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra».

Es posible superar nuestras limitaciones, defectos y problemas. Por muchas veces que tropecemos en la misma piedra no debemos desanimarnos y seguir intentándolo. Uno de los postulados de la Programación Neurolingüística dice que no existen los fracasos, solo resultados no deseados.

Tropezando una y otra vez con la misma piedra

Si estás aquí es porque deseas encontrar la forma de superar exitosamente ese objetivo que se resiste. Seguramente esa resistencia es producto de una falta de voluntad.

Seguro que el fumador que fracasa en sus innumerables intentos por dejar de fumar tiene voluntad en dejar ese vicio pero le falta «VOLUNTAD» con mayúsculas. Quien verdaderamente siente, necesita algo, hace todo lo posible por conseguirlo. Seguro que ese fumador que no obtiene el resultado deseado no siente esa Necesidad Vital.

Las personas que tropezamos una y otra vez en la misma piedra tenemos un inconsciente que nos traiciona, que no nos deja cambiar, que nos sabotea. Recientemente he escuchado una historia que sirve de analogía para entender lo que trato de explicar.

El mono cazado

el mono cazado

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En ciertas partes de África se cazan monos de una manera muy particular e ingeniosa. El cazador deja un cacahuete en un pequeño hueco entre rocas por el que sólo cabe la mano extendida.

Cuando el cazador se va, el mono, que ha estado observando la escena, se acerca y mete la mano, agarra su cacahuete pero queda atrapado porque se niega a abrir la mano y abandonar su premio. Su mano está cerrada pues contiene su apreciado tesoro. El cazador se acerca con una red y captura al mono porque éste es incapaz de renunciar a su tesoro.

A nosotros nos pasa algo parecido. Estamos situados en nuestra zona de confort y no queremos realizar determinados cambios porque implican ciertos sacrificios que no estamos dispuestos a pagar.

El dolor y el placer

dolor y placer

La única manera de no tropezar con la misma piedra es cambiar nuestro plan. Sólo quien hace cosas diferentes obtiene resultados diferentes. Si nada en nuestro interior cambia seguiremos tropezando una y otra vez.

Se trata de explorar nuestra mente e indagar qué es lo que debemos cambiar para alcanzar nuestros objetivos. Sin duda, podemos asociar placer al cambio y dolor al estancamiento.

El ser humano se mueve según los principios del dolor y el placer. Huye del dolor y busca el placer. Si logramos asociar o incrementar el dolor a nuestro estado inmovilista quizá nuestro inconsciente nos conduzca al cambio deseado porque éste será el que nos proporcione placer.

Caso práctico

Os pongo un caso práctico que os sirva de inspiración:

Una persona comenzó a tomar relajantes musculares (trankimazines) para un dolor de espalda que sufría. Dicha persona era también muy nerviosa con lo que los trankimazines le proporcionaban una paz que nunca antes había conocido. Podía relacionarse con gente sin miedos ya que se encontraba relajado. Sin embargo, aunque él vivía estas relaciones bien, sus interlocutores encontraban un ritmo demasiado lento a las conversaciones y terminaban aburriéndose.

Además, la ingesta de trankimazines hacía que fumara más cigarros.

Le costaba dejar su ingesta diaria de esta medicación y la tomaba aunque no le doliera la espalda. La relación con su pareja también era soporífera pues se encontraba todo el día en «las nubes».

Un día probó a dejar de tomar las pastillas. Si bien se encontraba un poco más ansioso en sus relaciones con los demás, era una persona distinta. Tenía una fluidez verbal impresionante y sus relaciones con su mujer mejoraron muchísimo. Además comenzó a hacer ejercicio y a fumar bastante menos.

Tenía recaídas. Yo siempre le decía que se fijara en los beneficios que le aportaba NO tomar esas pastillas: estaba más ansioso, de acuerdo. Pero eso se podía controlar mediante ejercicios de relajación o meditación. Además, esa ansiedad era más fuerte al principio (provocada por la ausencia de las pastillas) pero si tenía paciencia desaparecería.

Acabó convirtiéndose en una persona muy activa y aprendió a canalizar toda su energía en actividades más gratificantes y saludables.

Asoció placer al hecho de dejar las pastillas (mejor relación con su mujer, fumar menos, mejor relación con sus amigos) y dolor si continuaba tomándolas (deterioro de sus relaciones sociales, fumar más, vida sedentaria).

Gracias por estar ahí y felicidades porque formáis parte de una minoría que busca el cambio personal.


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