Nueve estudiantes forman un círculo sentados en el césped.
Ellos escuchan un ding, pero no es un mensaje de texto. Es su maestra, Kyla McIntyre, haciendo sonar una campana de oro para indicar el final de su meditación.
Estos estudiantes han pasado los últimos minutos en silencio centrándose en desarrollar un objetivo: positividad, calma, bondad, compasión y sencillez.
Sea cual sea su objetivo, todos los lunes a la mañana practican Mindfulness y dejan de preocuparse por la escuela, sus relaciones con los compañeros o las redes sociales.
Se centran en la respiración: inhalar y exhalar. Cuentan hasta 10 y empiezan de nuevo. Parece un ejercicio simple, pero no es tan fácil para estos adolescentes con las hormonas disparadas.
Los lunes por la mañana son ahora el punto culminante de la semana: «Podemos relajarnos y olvidarnos de todo lo demás».
«Me tranquiliza; me ayuda a lo largo de mi día; me relaja en mis clases», dijo Allen McCaskill.
La profesora Kyla McIntyre comenzó a implantar el Mindfulness en el colegio Sheldon-Williams en otoño. Se trata de un programa de bienestar integral que solo ocupa una hora de clase diaria de salud emocional cada semana.
La meditación es sólo una parte de este programa de salud mental. También hay un componente físico (hacen yoga) y un componente creativo (poesía y pintura).
En conjunto, la práctica del Mindfulness proporciona a los estudiantes las herramientas para manejar el estrés y enfocar su energía.
«No hay silencio» para estos niños, dijo McIntyre. «Están conectados todo el tiempo… No hay espacio, no hay tiempo de inactividad, y eso no es bueno para el cerebro».
La atención plena enseña autocontrol y autorregulación: cómo reconocer el estrés, cambiar la mentalidad, responder a las situaciones de manera consciente, prestar atención a los pensamientos y sentimientos. Fuente
Es importante hacer una pausa en el día y poder alinear el cuerpo y alma. Mindfulness, y meditación son las mejores herramientas que he probado para esto.