Nuestra vida está determinada por nuestros pensamientos. Elegir a qué prestas atención y cómo interpretas lo que te sucede moldea tus emociones, tus decisiones y, con el tiempo, tu destino.
Déjame que te muestre primero un vídeo del gran Sergio Fernández en el que nos muestra el poder del pensamiento positivo.
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Nuestro cerebro es el órgano más misterioso que tenemos.

La ciencia todavía no ha sido capaz de desvelar todos sus misterios, aunque sí sabemos que el cerebro trabaja como un sistema integrado y plástico. Se dice que sólo utilizamos un 10 % de nuestro cerebro, pero esa cifra es un mito: utilizamos todas las regiones, aunque no todas a la vez ni con la misma intensidad según la tarea.
Imagina el potencial de entrenarlo a propósito: la neuroplasticidad fortalece los circuitos que más activamos. Repetir ciertos pensamientos refuerza conexiones neuronales que afectan cómo te sientes y actúas, por eso conviene elegir con criterio dónde pones tu mente.
La mayoría de nosotros no prestamos atención a las posibilidades de entrenar nuestro cerebro. Debería existir una materia en la escuela dedicada a gestionar pensamientos, emociones y metas, porque aplicar estas habilidades multiplica el bienestar y el rendimiento.
Me refiero al hecho de usar nuestros pensamientos para conseguir nuestras metas. Con creencias útiles y motivación sostenida puedes orientar decisiones diarias que, acumuladas, generan resultados extraordinarios.
Como dijo Plutarco:
El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender.
Nos convertimos en lo que pensamos
Todos los grandes pensadores y psicólogos coinciden: lo que crees sobre lo que te ocurre influye más que el propio hecho. Ejemplo simple: suena un estruendo en casa; si piensas «entró alguien», sentirás miedo; si piensas «dejé algo mal puesto», sentirás culpa; si piensas «fue el viento por la ventana», quizá rabia. No es el ruido, es la interpretación.
Ahora bien, hay respuestas que son más sensoriales o automáticas (como sobresaltarte ante un claxon). Aun así, tu diálogo interno acaba moldeando lo que sientes y cómo respondes. Por eso la Terapia Cognitivo-Conductual propone distinguir pensamientos racionales (objetivos y ajustados a los hechos) de irracionales (exagerados, no comprobables, catastrofistas).
- Pensamientos racionales: coherentes con el suceso; la emoción, aunque desagradable, es adaptativa (p. ej., ansiedad ante un peligro real).
- Pensamientos irracionales: subjetivos, extremos o que anticipan lo peor sin evidencia (p. ej., «me equivoqué en el trabajo, así que no sirvo para nada»).
¿Qué hacer con los irracionales? Entrénate en 3 pasos (TCC):
- Identifícalos cuando notes una emoción intensa: ¿qué me estoy diciendo?
- Contrástalos: ¿es racional o irracional según los hechos?
- Reemplázlos por alternativas más saludables. No es edulcorar, es ganar precisión.
Algunos ejemplos útiles de reestructuración: «Es horrible» → «Es un contratiempo»; «Soy un fracaso» → «A veces fracaso»; «Debería haberlo hecho mejor» → «Preferiría haberlo hecho mejor, hice lo que pude».
Si el pensamiento negativo es racional (hay un problema real), tómatelo como señal para actuar: regula estímulos, cambia de actividad, busca soluciones y afronta. Este enfoque reduce ansiedad y aumenta sensación de control.
La ciencia también describe la profecía autocumplida: lo que esperas condiciona tu conducta y facilita ese mismo resultado. Pasa en el estudio, en el trabajo o en el deporte. Visualizar éxito y preparar acciones coherentes aumenta tus probabilidades de lograrlo.
Desde la ACT (Aceptación y Compromiso) se propone defusión cognitiva: mirar tus pensamientos como eventos mentales, no verdades absolutas. Es como “ver pasar peces en el agua” sin tragarlos todos; al tomar distancia, eliges mejor qué hacer con cada idea.
Por supuesto hay más factores que influyen en el éxito; me quedo con tres: pensamiento eficaz, motivación y metas claras. Todo depende de ti. La rueda del éxito está en tus manos.
Nos tiene que gustar el éxito.
La visualización es una herramienta poderosa cuando se usa como ensayo mental: activa redes neuronaless similares a la ejecución real, reduce ansiedad y mejora foco. No es magia; funciona porque te prepara para actuar. Úsala para preparar una presentación, un examen o instaurar hábitos saludables (también en alimentación y ejercicio).
Una vez que avances, piensa en grande con los pies en la tierra. Explora tus aficiones, fortalezas y valores, y busca destacarte. Recuerda: el pensamiento no sustituye la acción, la alinea y la sostiene.
Para redirigir el foco de tu mente en momentos difíciles, prueba esto:
- Aprendizaje: ¿qué puedo extraer de esta situación?
- Opciones: enumera alternativas de respuesta.
- Plan: define lo que sí controlas y el primer paso.
- Atención plena: respiración, relajación o meditación breve.
- Perspectiva: habla con alguien que contribuya claridad.
- Recuerdo nutritivo: evoca una experiencia positiva que te ancle.
Evita el autoengaño del “todo es positivo”. Enfocar en positivo no es negar la realidad, sino analizar pros y contras, aprender y actuar sobre lo que sí depende de ti.
Hazme caso, el futuro está en tu mano: constancia, disciplina, motivación, creencias… Todos estos aspectos tocamos en este blog. Es necesario hacer un trabajo conjunto.
Es muy laborioso; de ahí la idea de entrenar la mente a diario. Hay mucho por hacer. Si tú quieres, puedes. Nadie dijo que conseguir el éxito fuera fácil; por eso son pocos los elegidos.
Lo que quiero que te quede claro con este artículo es que tú puedes controlar tus pensamientos. Aprende a manejar pensamientos positivos, pensamientos de poder. Son el camino para nuestra superación personal. Como ejemplo práctico, en objetivos de peso o salud, reestructurar autocríticas, practicar gratitud y usar autoinstrucciones mejora tus decisiones y tu perseverancia.
Una colección de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra remedio a todos los males – (Francois Marie Arouet).
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado, está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos – (Sidhartha Gautama Buda)
Os dejo con un vídeo de Wayne Dyer acorde con lo que intento explicar:
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Tus pensamientos importan: no controlan el mundo, pero sí tu atención, tus decisiones y tus hábitos. Cultiva diálogo interno útil, visualización realista y foco en lo que controlas; con práctica, la mente se convierte en tu mejor aliada para vivir con más claridad, bienestar y propósito.
